sábado, 26 de septiembre de 2009

Semana de los Derechos del niño


Esta es la semana de los Derechos del niño. Los talleres de crianza que se desarrollan en Maternarte tienen como eje y fundamento a estos derechos. Cada temática desarrollada tiene entre sus objetivos el generar conciencia entre los adultos que participamos de la crianza, de nuestro importante papel en la construcción de espacios saludables para los niños, espacios de contención, de afecto y de respeto por el tiempo de la infancia. Por eso coincido con el autor de este artículo "Démosles, al menos, un tiempo mejor, días más felices..." Todos podemos aportar desde nuestro lugar a estar importante y grata tarea...

No corren buenos tiempos como para andar siendo niño.

El hospital para niños está en huelga.

La escuela para niños puede estar en huelga en cualquier momento.

El colegio privado para niños –doble escolaridad, triple escolaridad, cuádruple escolaridad– deja poco tiempo y ánimo para jugar juegos de niños.

La calle para que jueguen libremente los niños hasta el atardecer despierta inseguridad.

La calle segura de barrios privados no despierta el deseo de llegar en bicicleta a lugares fantásticos.

La plaza del barrio tiene los juegos oxidados, rotos.

El parque de diversiones de Walt Disney se cobró en los últimos tiempos un muerto y catorce heridos por fallas en la montaña rusa.

Los programas televisivos para niños no son para los niños, sino para que los adultos les compren los productos para niños que allí se promocionan.

La moda que ha surgido actualmente para los niños es la de la anorexia infantil.

El pasatiempo para niños que han ideado los mayores en algunos lugares del mundo es el de ser niños soldados.

No parece tan cierto últimamente lo que sostenía el poeta Novalis: “Donde hay niños, existe la Edad de Oro”.

No corren días del todo propicios como para andar siendo niño.

A las exigencias a las que históricamente se ha visto sometida la niñez (cuando los chicos gatean, que caminen; cuando caminan, que hablen; cuando hablan, que escriban; cuando escriben, que sepan las tablas; cuando saben las tablas, que crezcan y dejen de ser niños; cuando crecen y dejan de ser niños, que vuelvan a ser niños), ahora se les suman otras, acordes a los tiempos. Se los hace competitivos para prepararlos para un mundo competitivo, se los sienta frente al televisor cuando molestan, se los amonesta por mirar mucha televisión, se los manda al terapeuta si hablan poco, se los obliga a callarse si hablan mucho, se los reta si dicen malas palabras (que escuchan de boca de los ídolos que la sociedad aplaude), se les sigue postergando el dictado de clases de educación sexual, mientras que ya se están educando sexualmente con lo que la televisión muestra descuidadamente.

Y lo de siempre: se los obliga a dar besos a cualquiera, para después prohibirles que se anden dando besos con cualquiera.

Definitivamente, no es una época muy feliz como para andar siendo niño.

El medio ambiente en el que crecerán los niños no promete ser color de rosa. Mucho menos, verde.

El mundo en el que habitan los niños no demuestra ni remotamente ser como las películas para niños, en las que siempre ganan los buenos.

La sociedad en la que están insertos los niños se desentiende de que hay niños limpiadores de vidrios, vendedores de estampitas o explotados sexualmente.

Habrá que tener más en cuenta lo que sostenía Karl Menninger: “Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad”.

Démosles, al menos, un tiempo mejor, días más felices para ser niños.

Felices días para los niños.

Mex Urtizberea, para el diario LA NACIÓN - 12 de agosto de 2005 -