martes, 9 de septiembre de 2008

La adaptación al Jardín

Cuento: "Había una vez..."

Había una vez una familia de conejos que vivía alegre en el campo. Cierto día nació un nuevo integrante de la familia al que llamaron Pom-pom.

Mamá y papá conejos estaban muy felices con su hijito. ¡Era tan tierno! Iba a necesitar mucho cariño y cuidados. Sin embargo, algo los preocupaba… No podían quedarse todo el día junto a él, necesitaban continuar con sus tareas cotidianas.

Una mañana cuando papá salió en busca de comida volvió con una noticia fantástica que comunicó rápidamente a mamá coneja. Ambos se entusiasmaron con la idea aunque tenían muchas dudas, culpas y ansiedades.

Durante algunos días hubo nervios y preparativos en la madriguera. Papá y mamá hablaban de un lugar maravilloso, pero Pom-pom que todavía no podía comunicarse, sólo escuchaba y miraba atento todo ese revuelo.

Todos los días los papás conejos salían a pasear con Pom-pom. Pero un día lo llevaron a un lugar totalmente nuevo para él. Era un hermoso lugar, justo en medio del campo, cerquita de casa. El pasto era de un verde especial, las flores multicolores; se oían sonidos suaves y voces dulces… Pom-pom estaba asombrado y alegre, aunque percibía que algo extraño pasaba y que mamá y papá se mostraban un poco tensos.

Entraron contentos los tres y los recibió la Srta. Coneja muy amable y sonriente. Pom-pom la observaba agarrado de la pata de papá y de la oreja de mamá.

Todo iba bien hasta que de pronto Pom-pom se encontró solo y al mirar a su alrededor vio que mamá y papá ya no estaban. Estaba lleno de “Pom-pones” y algunas Srtas. Conejas. Lloró un buen rato y pidió por sus papás… En algunos momentos las canciones de las Srtas Conejas lo tranquilizaron, en otros momentos sentía una angustia muy grande y unas profundas ganas de volver a casa. Llegó a pensar que no volvería a ver su campo, su madriguera, sus papás… Pero después de unas horas los papás volvieron a buscarlo y lo llevaron devuelta a casa.

Esta historia se repitió unos días pero luego Pom-pom comprendió que en este nuevo lugar, había muchas cosas lindas para hacer, compartir y aprender, y que papá y mamá siempre volverían por él.

Otros conejitos llegaban al campo de las Srtas. Conejas durante el año. Algunos entraban seguros y contentos, otros con lágrimas escondidas, algunos descubrían solos que papá y mamá se habían ido, otros los saludaban cuando estos se marchaban, claro que a veces el saludo no era acompañado por sonrisas pero con el transcurrir de los días, entre juegos, canciones y mimos, con otros conejitos y con las Srtas. Conejas el campo se volvía más brillante y colorido que antes y, poquito a poco se tornaba tan cercano y conocido como la propia madriguera.

Y Colorín colorado, este Conejo se ha adaptado!!!

(escrito por Psp. María Fernanda Vanni para el trabajo con padres en el proceso de adaptación de los niños al Jardín Materna)