lunes, 22 de septiembre de 2008

Talleres de Crianza


lunes, 15 de septiembre de 2008

Crianza

Ya hay especialistas que ayudan a las madres a criar a sus hijos
Dicen que la inclusión laboral de la mujer y la forma de vida más aislada de las familias modernas, con menos presencia de abuelos y tíos, lleva a la contratación de estos nuevos servicios. Ayudan durante el embarazo, el parto y la crianza.
Por:
Georgina Elustondo

Hubo un tiempo en que cursar un embarazo, parir, criar era más sencillo. Eso dicen quienes creen que las mujeres hoy "se complican mucho" y que, "rebuscadas", buscan problemas en rutinas y tareas que alguna vez fueron simples, llanas, casi instintivas... "Si los chicos se crían solos". Pues bien: las cosas cambiaron y cada vez son menos los que se atreverían a firmar al pie de esa afirmación. Y, menos aún, los que se animarían a proclamar a viva voz que "criar es fácil".

La tendencia es al revés: en general, la experiencia de tener y educar a un hijo es vivida por estos días con una buena dosis de angustia e incertidumbre, y, sobre todo, como una gran exigencia. Tan es así que la demanda y la oferta de servicios de apoyo y asesoramiento en la crianza no dejan de crecer. Grupos de preparación para la maternidad. Diplomaturas en primera infancia. Centros de maternaje. Doulas. Grupos de crianza. Al compás de infinidad de cambios que revolucionaron las formas familiares, arrancaron a la mujer del hogar y la pusieron en juego en el ámbito laboral, se multiplican las instituciones y especialistas que ofrecen servicios para ayudar a los padres a transitar una etapa que sienten, por lo menos, difícil.

"Los padres están desorientados respecto a cómo ejercer su rol: creen que poner límites es ser autoritarios y que ser democráticos implica consultarle todo a los hijos. Esto hace que los niños se sientan desamparados, teniendo que educar y sostener a aquellos que deberían educarlos y sostenerlos. Las instituciones advierten estas carencias y responden armando grupos de crianza o maternaje para explicar cuestiones que antes resolvía el sentido común, la experiencia de una abuela o el consejo de un pediatra con tiempo", dice Gisela Untoiglich, psicoanalista investigadora de la UBA.

Para la terapeuta Laura Gutman, al frente de Crianza, dos cuestiones explican el boom de estos servicios. La primera, vinculada a la identidad femenina. "Antes, las mujeres teníamos organizada nuestra identidad en torno al acto de maternar y quedaba menospreciado todo atisbo de libertad o desarrollo personal. Hoy, nuestra identidad se organiza en torno a la libertad y la autonomía, y lo vinculado al maternaje quedó silenciado y sin reconocimiento personal, familiar y colectivo. Esto hace que la mujer busque identidad en lo laboral y se vea obligada a buscar reemplazantes maternantes".La segunda explicación tiene que ver con las formas que asumió la familia en las grandes urbes. "La familia nuclear es el peor sistema para criar. Una mamá y un papá somos demasiado pocos para esa tarea", dice Gutman.

También Adriana Penerini, directora de Bebé a Bordo, rastrea explicaciones en la "nueva estructura social urbana: las parejas están cada vez más solas y la vida en departamentos es alienante. Los vecinos conviven años sin conocerse y falta el apoyo real, concreto, de una red que sostenga a los padres. Eso deriva en una carencia emocional que lleva a buscar nuevas tramas de contención, y los profesionales capacitados en crianza asomamos como una referencia viable.

Lamentablemente, los padres deben pagar para encontrarse con alguien que los acompañe en el recorrido".Marisa Drexler, directora de Nueve Lunas, Centro de Preparación para la Mater-Paternidad, hace foco en "las consecuencias" de la salida de la mujer del hogar. "Al estar más involucrada en el ámbito laboral o profesional, tiene menos tiempo para dedicarse a la crianza, conoce menos las necesidades del niño y su personalidad y pide ayuda. Tenemos muchas consultas por niños en edad escolar", dice. Para Drexler, "criar es menos sencillo por la vida que se lleva. Hacerlo bien lleva tiempo y no hay suficiente. Antes se vivía más cerca de los afectos y la opinión de la familia tenía un valor y una influencia que ya no tiene".

Si bien hoy los padres están más conectados con los hijos y con la crianza, son las mujeres las que, en general, recurren a estas opciones. "Tiene que ver con el contexto en que les toca transitar su maternidad", dice la licenciada Diana Wechsler, de Natal, Docencia en Maternidad. "Están muy sobrecargadas por exigencias externas e internas y a esas demandas se suman el estrés, la ansiedad, la incertidumbre, la dificultad de encuentro de la pareja y la falta de tiempo para fomentar los vínculos de la constelación familiar".Las especialistas coinciden en que las mamás jamás se bastaron solas. Siempre necesitaron que las contuvieran y ayudaran de una u otra manera. Siempre hubo -dice Penerini- "consejeras naturales" (madres, comadres, vecinas, abuelas), "acompañantes de confianza que las sostenían con el corazón, con su sabiduría quizá rudimentaria pero efectiva". Ser padres sin red y sin tiempo no es fácil. Y los chicos no se crían solos (sin costo). Jamás lo hicieron.

Nota de Diario Clarin (viernes 12 de septiembre de 2008)

martes, 9 de septiembre de 2008

La adaptación al Jardín

Cuento: "Había una vez..."

Había una vez una familia de conejos que vivía alegre en el campo. Cierto día nació un nuevo integrante de la familia al que llamaron Pom-pom.

Mamá y papá conejos estaban muy felices con su hijito. ¡Era tan tierno! Iba a necesitar mucho cariño y cuidados. Sin embargo, algo los preocupaba… No podían quedarse todo el día junto a él, necesitaban continuar con sus tareas cotidianas.

Una mañana cuando papá salió en busca de comida volvió con una noticia fantástica que comunicó rápidamente a mamá coneja. Ambos se entusiasmaron con la idea aunque tenían muchas dudas, culpas y ansiedades.

Durante algunos días hubo nervios y preparativos en la madriguera. Papá y mamá hablaban de un lugar maravilloso, pero Pom-pom que todavía no podía comunicarse, sólo escuchaba y miraba atento todo ese revuelo.

Todos los días los papás conejos salían a pasear con Pom-pom. Pero un día lo llevaron a un lugar totalmente nuevo para él. Era un hermoso lugar, justo en medio del campo, cerquita de casa. El pasto era de un verde especial, las flores multicolores; se oían sonidos suaves y voces dulces… Pom-pom estaba asombrado y alegre, aunque percibía que algo extraño pasaba y que mamá y papá se mostraban un poco tensos.

Entraron contentos los tres y los recibió la Srta. Coneja muy amable y sonriente. Pom-pom la observaba agarrado de la pata de papá y de la oreja de mamá.

Todo iba bien hasta que de pronto Pom-pom se encontró solo y al mirar a su alrededor vio que mamá y papá ya no estaban. Estaba lleno de “Pom-pones” y algunas Srtas. Conejas. Lloró un buen rato y pidió por sus papás… En algunos momentos las canciones de las Srtas Conejas lo tranquilizaron, en otros momentos sentía una angustia muy grande y unas profundas ganas de volver a casa. Llegó a pensar que no volvería a ver su campo, su madriguera, sus papás… Pero después de unas horas los papás volvieron a buscarlo y lo llevaron devuelta a casa.

Esta historia se repitió unos días pero luego Pom-pom comprendió que en este nuevo lugar, había muchas cosas lindas para hacer, compartir y aprender, y que papá y mamá siempre volverían por él.

Otros conejitos llegaban al campo de las Srtas. Conejas durante el año. Algunos entraban seguros y contentos, otros con lágrimas escondidas, algunos descubrían solos que papá y mamá se habían ido, otros los saludaban cuando estos se marchaban, claro que a veces el saludo no era acompañado por sonrisas pero con el transcurrir de los días, entre juegos, canciones y mimos, con otros conejitos y con las Srtas. Conejas el campo se volvía más brillante y colorido que antes y, poquito a poco se tornaba tan cercano y conocido como la propia madriguera.

Y Colorín colorado, este Conejo se ha adaptado!!!

(escrito por Psp. María Fernanda Vanni para el trabajo con padres en el proceso de adaptación de los niños al Jardín Materna)

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Nuestro bebé comenzará el Jardín...

Existen diferentes motivos por los cuales los papás deciden llevar al bebé al Jardín Maternal. Muchas veces es una necesidad laboral, otras veces toman la decisión para disponer de algunas horas en las cuales realizar actividades personales: hacer tareas del hogar, estudiar, hacer gimnasia o alguna actividad recreativa...

Cualquiera sean los motivos suelen aparecer dudas y sentimientos de culpa. Social y culturalmente, cuesta aceptar que se puede ser “buenos padres” y al mismo tiempo tener libertad para hacer otras cosas. En realidad la tarea de cuidar y educar a los niños pequeños generalmente es compartida desde muy temprano ya sea en casa con abuelos, tíos, vecinos o con niñeras. El Jardín Maternal es una forma más de compartir la crianza.

Sabemos que los bebés perciben las inseguridades de los adultos. Cuando los padres se muestran seguros al llevarlo al jardín, estos sentimientos saludables son transmitidos al bebé y el proceso de separación se desarrolla con más facilidad para ambos.

Por eso es importante que los papás hayan visitado el lugar previamente, hayan conocido al personal y establecido cierta confianza de tal manera de empezar a ver al Jardín como un lugar familiar en el cual pueden expresar sus dudas y encontrar respuestas a sus inquietudes.

Es interesante reparar en las palabras que solemos emplear para hablar del tema: es diferente decir “dejé al bebé en el Jardín” que “llevé al bebé al Jardín”. Después de todo no se trata de una separación definitiva ni de un abandono, nos separamos solo por unas horas y luego nos reencontramos. Si nosotros nos sentimos tranquilos comunicamos esa tranquilidad al pequeño.

Algunas orientaciones:

· Tratar de que la separación sea un PASAJE y no una RUPTURA. Un pasaje desde el medio familiar, al medio social en este caso representado por la institución.

· Respetar el llamado “período o proceso de adaptación” que el Jardín establece. Esta etapa es tan importante para el bebé como para sus familiares, ambos conocerán un ambiente nuevo y aprenderán a estar separados durante ciertas horas.

· Tratar de mantener la calma en los momentos previos a llevarlo al Jardín y sobre todo cuando lo buscan. De esta manera el bebé pasa de un ambiente a otro sin sobresaltos. Él necesita tiempo para reconocer la voz familiar, el olor, los brazos... Es bueno evitar ser demasiado efusivos, apretarlo y besarlo excesivamente, sino más bien hablarle suavemente conectándose también desde lo corporal; todo esto lo ayuda a reconocer a sus familiares, reencontrarse con ellos y no pasar bruscamente de un contexto a otro.

El desafío está planteado, lo importante es que todas las personas que contribuimos de algún modo en la crianza (ya sea en el medio familiar, como en el Jardín) encontremos la coherencia y la complementariedad necesarias y colaboremos fortaleciendo nuestros vínculos en beneficio del niño.